miércoles, 31 de octubre de 2018

Revolución en Rojava: hechos y potencialidades, más que etiquetado


"No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia".

En los últimos años se viene desarrollando en el Kurdistán sirio, llamado Rojava, un proceso de transformación social. Ocurre en medio de una de las guerras civiles más sangrientas de los últimos tiempos, además internacionalizada. Mi interés es verlo como proyectio, o incluso "experimento" como lo llama un reciente artículo de Rachel Evans:"Rojava revolucionaria: un experimento polietnico, feminista y anticapitalista".

Es para poder contestar esa pregunta sarcástica con que a veces nos encaran cuando peleamos por otro mundo posible. "Y eso que vos decís ¿DÓNDE existe?". Más que "existe en Rojava" me gustaría poder decir "quiere nacer en Rojava". Más que un modelo o paradigma quiero pensar en un proyecto, intento de construcción. Y esto necesariamente significa una distancia entre lo que se quiere y lo que se consigue, y un aprendizaje. 

No es mi intención ni mi interés discutir el posible "etiquetado" de lo que allí se desarrolla. Entre otras cosas, Rojava también ha suscitado polémicas sobre sobre la forma de catalogar, sobre las vertientes teóricas o doctrinarias de las que el proyecto se nutre, y abre muchas preguntas, dudas y cuestionamientos: si responde o no a las características de cada vertiente, y también si se aparta de las mismas. 

Ojalá lo haga. Una revolución que enfrenta en una guerra sangrienta a una forma de fundamentalismo, no debe caer en ningún tipo de fundamentalismo.  Si el proceso social en Rojava se ha "desviado" de alguna o de todas esas construcciones teóricas, lo bien que ha hecho. No hay desviación si no hay camino, y no hay camino si te ha tocado abrir camino. Necesariamente lo nuevo desbordará, subvertirá, desobedecerá la vieja forma en que se lo pensó.

Entonces, lo que queremos plantear a propósito de esta experiencia es su capacidad de transgredir los propios límites del pensamiento social previo, que durante mucho tiempo se supuso que debería seguir. El pensamiento social surge de la experiencia de la lucha social, y en ese sentido toda doctrina siempre es falsa.

En este trabajo, y con independencia de la doctrina madre o camino que se invoque, quiero señalar en ese proceso histórico que está ocurriendo dos desviaciones virtuosas del "sentido común" del pensamiento de nuestra época: de la idea del estado-nación y de la idea del productivismo. No tomaremos estos dos temas separados sino uno dentro del otro, en una misma concepción: la que supuso que el desarrollo de las fuerzas productivas, cuando es insuficiente para asegurar la construcción de la sociedad igualitaria que se considera posible y necesaria, debería pasar previamente por una sociedad desigualitaria en la forma de un Estado burgués capitalista. 

Veremos esto en dos aspectos.

Primero, la situación e historia del Kurdistán dentro de Siria como "colonia interna", y Siria a su vez y dentro del mismo sistema como economía dependiente extractivista y subsidiaria del Occidente capitalista, y el quiebre actual que ocurre como consecuencia del agotamiento histórico de dicho sistema.

Confrontaremos también los hechos de la historia contra la teoría del papel de un estado burgués como "etapa de desarrollo previo", tomado el ejemplo más claro directamente presente: Turquía, sus disyuntivas históricas, y a lo que ha conducido.

La historia del Kurdistán contemporáneo arranca hace algo más de cien años.

El 15 de enero de este año hubo en Berín una manifestación convocada por el PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán), que fue duramente reprimida por la policía alemana. Se eligió esa fecha por cumplirse 99 años del asesinato de Rosa Luxemburgo, siendo entonces un homenaje a ella, y a otros luchadores asesinados.

Corresponde señalar que fue ella precisamente una que en ese tiempo planteó una idea alternativa a eso que hemos llamado "sentido común" del concepto estado-nación como paradigma.

martes, 2 de octubre de 2018

ITALIA: La privatización, la UE y un puente
x: Andrew Spannaus



Hace poco más de un mes, el 14 de agosto, un puente de una autopista colapsó en el centro de la ciudad italiana de Génova, matando a 43 personas, dañando las áreas pobladas de abajo e interrumpiendo una importante arteria de tráfico que conectaba los dos lados de la ciudad. El puente había sido construido en la década de 1960, con una técnica de construcción que había sido criticada por algunos expertos a lo largo de los años, y su deterioro era evidente; ya se había sometido a varias reparaciones, y se planificó una nueva ronda de mantenimiento extraordinario para este otoño.

El mantenimiento no llegó a tiempo. A medida que caía una fuerte lluvia en el área, los autos y camiones cayeron desde una altura de 150 pies, causando muertes y lesiones, y marcando una tragedia nacional que se ha apoderado del país.

¿Por qué pasó esto? La compañía de carreteras de Italia se privatizó en 1999, y luego se otorgaron concesiones para operar las carreteras. El mayor concesionario (con aproximadamente el 50% de la red) es actualmente Autostrade per l'Italia SpA, controlado por la familia Benetton, fundadores de la marca de moda del mismo nombre. Obtienen un atractivo beneficio de los peajes de autopistas, entre los más altos de Europa, y son responsables del mantenimiento y las inversiones, que se han estancado incluso cuando los peajes se han más que duplicado en los últimos 25 años.

La defensa de Autostrade con respecto al desastre es que, si bien se habían planteado preocupaciones sobre el puente, no había indicios de peligro inminente. Es un argumento débil, considerando que en Génova el puente había sido objeto de debate público durante años, y algunos lo vieron como "un desastre que está por ocurrir". Después de la resistencia inicial, Autostrade finalmente respondió a la presión pública asignando 500 millones de euros ( 575 millones de dólares) para compensar a las familias de las víctimas y reconstruir el puente.

La primera respuesta del gobierno populista de Italia liderado por el Movimiento de Cinco Estrellas (M5S) y la Liga, fue canalizar la ira contra la empresa privada, utilizando argumentos populares contra las políticas neoliberales de privatización y recorte de presupuesto. Tienen razón, por supuesto, que el desastre se produjo bajo la vigilancia de una empresa privada, que se dice que es más eficiente que el sector público. El sistema de carreteras de Italia funciona bastante bien, pero no hay que ignorar la necesidad de mejoras en las partes de la infraestructura que se construyeron durante el auge económico de los años 50 y 60, que han llegado al final de su vida útil.

Sin embargo, los peajes ya son altos y la concesionaria privada quiere garantizar sus ganancias; ¿Quién va a pagar por todo el trabajo que se necesita hacer?

Los dos viceprimeros ministros del gobierno italiano, Luigi Di Maio de M5S y Matteo Salvini de la Liga, encabezaron la acusación contra Autostrade. Di Maio ha amenazado con revocar la concesión y volver a nacionalizar las carreteras, aunque el retroceso institucional ha sido fuerte. Salvini, por otro lado, señaló inmediatamente las restricciones presupuestarias de la Unión Europea (UE): "Las inversiones que salvan vidas ... no deben ser calculadas por las reglas estrictas y frías impuestas por Europa", dijo el 15 de agosto.

La UE obstaculiza la financiación de la infraestructura


El desastre en Génova no fue una consecuencia directa de los recortes en el presupuesto público, ya que la sección de la carretera está a cargo de una empresa privada, como señalaron los políticos centristas y muchos de los principales medios de comunicación. Pero el lado de Salvini señaló un problema esencial para Italia, y para muchos otros países europeos, en la actualidad: se necesita una inversión pública masiva, pero las restricciones presupuestarias de la UE lo impiden.

El gobierno italiano es responsable del bienestar público, pero no puede garantizar ese bienestar público. Hay muchas razones para esto, empezando por la enorme deuda pública del país (131 por ciento del PIB, entre las más altas del mundo) y la ineficiencia del gasto público. El proceso de licitación de la construcción es lento y complicado, y la burocracia enredada significa que incluso el dinero asignado se deja sin gastar durante años.

Estos son problemas a largo plazo que requieren reformas legislativas y la reorganización de prioridades. El gobierno actual ha prometido simplificar el sistema de licitaciones y también dirigir los fondos disponibles a los proyectos más urgentes.

Sin embargo, el factor clave que ha ralentizado la inversión en infraestructura básica en Italia en los últimos años ha sido la normativa presupuestaria de la UE, que después de establecer originalmente un déficit máximo de 3 del PIB, ahora obliga a equilibrar completamente el presupuesto, aunque se permite a los países avanzar gradualmente hacia esa meta.

El gobierno italiano está constantemente bajo presión para recortar el gasto público con el fin de acercarse a un déficit cero cada año. Esto, a pesar del hecho de que Italia ha tenido un superávit presupuestario primario (es decir, antes del interés de la deuda pública) prácticamente todos los años desde 1992. La inversión pública ha disminuido continuamente a lo largo de los años; en más de un tercio a nivel nacional, hasta el 2% del PIB, y hasta la mitad en los últimos diez años cuando se trata de gobiernos locales.

Esto sucedió en particular porque para cumplir con los criterios presupuestarios de la UE, Italia adoptó algo llamado "Pacto de Estabilidad Interna", para acompañar el "Pacto de Estabilidad y Crecimiento" europeo. La versión interna utilizó los presupuestos de los municipios, provincias y regiones. Para ayudar a alcanzar los objetivos del presupuesto nacional. En esencia, las autoridades locales debían recortar el gasto incluso si tenían dinero en el banco, para que el gobierno de Roma pudiera contar esos fondos para cumplir con las normas de la UE.

La dura austeridad implementada de 2011 a 2014 empeoró las cosas. Después de que el diferencial entre los bonos italianos y alemanes en los mercados financieros se disparó en el verano de 2011, lo que generó temores de catástrofe financiera para Italia y para el sistema del euro en su conjunto, los gobiernos tecnocráticos se movieron rápidamente para reducir aún más el gasto.

Esta política, dictada por el Banco Central Europeo y la Comisión Europea y aplicada con entusiasmo por los neoliberales en Italia, llevó a un verdadero desastre. El resultado fue una caída del 25% en la producción industrial y un fuerte aumento del desempleo y la pobreza. Y no es sorprendente que, al menos para las personas racionales, la contracción económica termine haciendo que la deuda pública sea aún mayor.

¿Quién debe decidir? 

uando después del desastre del puente en Génova, el gobierno prometió reconstruir la infraestructura vial del país sin importar el costo, la reacción fue rápida. Por un lado, funcionarios de la UE, como el comisario de presupuesto, Guenther Oettinger, negaron que Europa sea responsable de la falta de inversión en Italia, y por el otro, los mercados financieros aumentaron rápidamente la prima de riesgo de los bonos estatales de Italia.

La pregunta es: ¿por qué los mercados financieros o los tecnócratas deciden si las carreteras de Italia son seguras? El gobierno populista fue elegido con la promesa de desafiar las políticas de austeridad de la UE, y el acuerdo de coalición entre M5S y la Liga establece dos prioridades principales en este campo: aumentar la ayuda pública a los pobres, a través de una forma de ingreso universal, y simplificar y reducir la Altas tasas impositivas del país, para ayudar tanto a empresas como a particulares.

La principal lucha en el gobierno en este momento es si realmente cumplirán estas promesas, a pesar de la presión para cumplir con los criterios presupuestarios. El ministro de economía, Giovanni Tria, parece intimidado por la presión de los mercados de bonos, y claramente teme antagonizar a la UE. Di Maio y Salvini insisten en cumplir sus promesas, aludiendo el argumento herético, pero verdadero, de que la inversión productiva en realidad produce crecimiento. Algo tiene que dar. La esperanza es que no sea otro puente.


Andrew Spannaus es un periodista y analista estratégico con sede en Milán, Italia. Fue elegido presidente de la Asociación de la Prensa Extranjera de Milán en marzo de 2018. Ha publicado los libros "Perch é vince Trump" ("Por qué Trump está ganando" - Junio ​​de 2016) y "La rivolta degli elettori" ("La revuelta de los votantes" ”- Julio 2017).

Discusión entre marxianos (II)

 

(Pero hay una cuestión previa)


Hay un dicho. ¿Cuál es la mejor forma gourmet de comer un elefante? Mordida a mordida.

Esto ocurre con nuestra discusión sobre el socialismo. Abarca una inmensidad de temas y no se pueden embuchar todos juntos. Tenemos que ir de a poco. Para peor, es cosa de marxianos.

La discusión gira en torno a calificar como socialista o capitalista a procesos como el cubano. William Yohai sostiene que en los primeros años de la revolución al menos, hasta que las dificultades del período especial fueron abrumadoras, hubo socialismo en Cuba entendiendo por tal lo que Marx caracteriza como “primera fase de la sociedad comunista” en Crítica al Programa de Gotha.

Y agrega: “Si no es así, que me lo expliquen”.

El respeto que merece una actitud franca como esta, invitando a la discusión conceptual, obliga a que hagamos un esfuerzo .

SIN EMBARGO no puedo ocuparme de este tema sin una cuestión previa, motivada por este momento concreto.

El gobierno de Mujica propone la condonación de la deuda de Cuba con Uruguay, algo más de 30 millones de dólares, como contrapartida de la ayuda cubana de la llamada “Operación milagro” Podemos tener muchas diferencias políticas con Mujica, pero eso no tiene nada que ver. Tenemos la obligación de decir que estamos a favor.

Intuyendo una contradicción política en la “transición” de Mujica a Tabaré (probablemente porque el más proyanqui Tabaré no quiera figurar él tomando esta medida) la derecha más rancia de este país, como hiena carroñera, se ha lanzado en campaña. Su objetivo es ideológico, y de fondo. Trata de promover (y lo mismo ocurre con el tema de los presos de Guantánamo) la mentalidad más insolidaria y mezquina del “patriotismo” provinciano.

Han salido diez dólares de mi esquelético bolsillo, para pagar lo que me toca de 50 mil operaciones de cataratas; ni me molesto en sacar la cuenta. El verdadero milagro sería que los oftalmólogos uruguayos operasen gratis, en vez de cobrar más de dos veces y media por cada operación de lo que han salido, incluso si es que esto resulta ser un “intercambio comercial” como dicen. Para nada sirve que un país reciba solidaridad si internamente es insolidario.

En esto, y en el tema de los presos de Guantánamo y otros similares, nosotros no podemos ser necios, no los podemos ver bajo la lupa del “conflicto de entrecasa” y perder la perspectiva. Tenemos que descargar todos los golpes, como decían los vietnamitas, en la dirección del golpe principal, y no en la contraria.

Aclarado esto, vuelvo al tema “socialismo y Cuba”

Para empezar aclaro: NO ESTOY DICIENDO NI POR UN MOMENTO que esto que sigue sea “la solución” al problema planteado ni nada por el estilo, es un resumen de lo que han dicho muchos otros dentro una discusión compleja

En primer lugar quiero escapar de la visión binaria del problema, blanco o negro. Ya señalamos que hay varias teorías de modos de producción intermedios o híbridos, resultado del proceso histórico de distorsión de las revoluciones de intención socialista. Tengo que justificar debidamente esta idea y distinguir las teorías serias de las falsedades y maniobras ideológicas que se mezclan.

¿En qué consiste la base de ese enfoque “no binario”?

Primero hay que comprender las causas por las que un hecho histórico ocurre como ocurre. Si eso se corresponde exactamente con lo que dijo Marx es algo que debe ser analizado de otra manera. Pero empecemos por Marx
Dije en una nota anterior que esa descripción en “Critica al Programa de Gotha” debe ser comprendida en relación a otros textos de Marx. Vamos a señalar algunos.

Es común, al referirse a las revoluciones históricas de intención socialista, recordar lo que dijeron Marx y Engels en 1846, cuando comenzaban su producción teórica, en “La Ideología Alemana”

El desarrollo de las fuerzas productivas es la condición primordial e imprescindible del comunismo pues la socialización de la miseria solo puede provocar la reaparición de toda la vieja basura”

Aquí, no se puede decir una palabra más sin hacer tres aclaraciones imprescindibles

a) Ese texto ha sido usado para descalificar a TODAS las revoluciones emergentes en países de la periferia capitalista como un “error histórico”. Mujica ha sido uno de los que lo ha planteado. El socialismo solo podría surgir de sociedades capitalistas “desarrolladas”, y en caso contrario se produce un “monstruito”. Es una idea profundamente equivocada, que se invoca para justificar la continuidad del capitalismo en Uruguay y en el mundo.

En 2002 en la visita de Boris Kagarlitski, en una entrevista en la radio le hicieron la pregunta de si la Revolución Rusa había sido o no un “error histórico”. Boris aprovechó la oportunidad para ir al fondo conceptual. Una revolución no puede ser un “error” porque no es el acto voluntario o planeado de una persona o grupo de personas, es un hecho histórico que se da por sí mismo, tiene sus causas, su desarrollo objetivo, su curso. Todo eso puede ser analizado para, en todo caso, encontrar la mejor forma de participar en ese hecho histórico

b) El enfoque Marx y Engels nos permite comprender cabalmente las dificultades de Cuba a partir del llamado “período especial” y las causas de la reaparición emergente del capitalismo en la Cuba actual. No es una “conspiración” de los dirigentes cubanos en acuerdo con los imperialistas.

c) Sin embargo, nadie puede decir que Cuba en los años 50 fuese una “sociedad de miseria”. Era un país capitalista moderno plenamente desarrollado, y la miseria real que allí existía era la miseria engendrada por las desigualdades sociales del capitalismo según el análisis marxista más elemental. 
Las dificultades de Cuba para construir el socialismo fueron (esquematizando muy groseramente) tres:


C1) Cuba era un pequeño país revolucionario en un medio abiertamente hostil. La dificultad obvia en este tipo de situaciones ya había sido comprendida por Marx y Engels quienes descartaron expresamente la idea del “socialismo en un solo país”.

C2) Cuba era un país capitalista periférico y de economía dependiente. El tema de una revolución socialista en estas condiciones NO LO VAMOS A ENCONTRAR EN MARX Y ENGELS. Marx tenía agendado en su plan de trabajo ocuparse de la periferia capitalista, no llegó a hacerlo, pero sí dejó algunos bosquejos y textos sueltos.

C3) Por último, y esto así podemos señalarlo como un error de los dirigentes cubanos en su momento, tomaron por modelo de “socialismo” a la URSS. Acudieron a ella por la ayuda imprescindible que necesitaba su revolución. No fueron tan ingenuos ni ciegos como para no ver el cangrejo debajo de la piedra, pero de cualquier manera se dejaron arrastrar por el error y participaron de la reproducción de la dependencia de la economía cubana, y esa es una de las causas de los enormes problemas del período especial. Comprendo perfectamente que en ese error no estuvieron solos ni mucho menos. Comprendo también que lo que realmente pudiesen hacer en esas circunstancias era muy limitado. Y que esto que estoy diciendo acá es un esquema muy grueso y muy discutible.


Con esas breves aclaraciones la dejamos ahí por el momento.
 Sigo con el planteo originario de Marx y Engels. Esto es la forma en que plantean las cosas en La Ideología Alemana:

1) En el desarrollo de las fuerzas productivas se llega a una fase en la que surgen fuerzas productivas y medios de intercambio que, bajo las relaciones existentes, sólo pueden ser fuente de males, que no son ya tales fuerzas productivas sino más bien fuerzas destructivas (maquinaria y dinero); y, a la vez, surge una clase condenada a soportar todos los inconvenientes de la sociedad sin gozar de sus ventajas, que se ve expulsada de la sociedad y obligada a colocarse en la más resuelta contradicción con todas las demás clases; una clase que forma la mayoría de todos los miembros de la sociedad y de la que nace la conciencia de que es necesaria una revolución radical, la conciencia comunista, conciencia que, naturalmente, puede llegar a formarse también entre las otras clases, al contemplar la posición en que se halla colocada ésta; 2) que las condiciones en que pueden emplearse determinadas fuerzas productivas son las condiciones de la dominación de una determinada clase de la sociedad, cuyo poder social, emanado de su riqueza, encuentra su expresión idealista-práctica en la forma de Estado imperante en cada caso, razón por la cual toda lucha revolucionaria va necesariamente dirigida contra una clase, la que ha dominado hasta ahora; 3) que todas las anteriores revoluciones dejaban intacto el modo de actividad y sólo trataban de lograr otra distribución de ésta, una nueva distribución del trabajo entre otras personas, al paso que la revolución comunista va dirigida contra el carácter anterior de actividad, elimina el trabajo asalariado y suprime la dominación de todas las clases, al acabar con las clases mismas, ya que esta revolución es llevada a cabo por la clase a la que la sociedad no considera como tal, no reconoce como clase y que expresa ya de por sí la disolución de todas la s clases, nacionalidades, etc., dentro de la actual sociedad, y 4) que, tanto para engendrar la en masa esta conciencia comunista como para llevar adelante la cosa misma, es necesaria una transformación en masa de los hombres, que sólo podrá conseguirse mediante un movimiento práctico, mediante una revolución; y que, por consiguiente, la revolución no sólo es necesaria porque la clase dominante no puede ser derrocada de otro modo, sino también porque únicamente por medio de una revolución logrará la clase que derriba salir del cieno en que se hunde y volverse capaz de fundar la sociedad sobre nuevas bases”.

La previsión de Marx sobre la necesidad histórica de la superación del capitalismo es un verdadero prodigio intelectual, pero no conozco ningún caso en que una teoría científica haya previsto un fenómeno complejo, y éste haya salido al pie de la letra sin ninguna variación. Por lo tanto argumentar sobre la fidelidad absoluta o no de la realidad con el proyecto no tiene sentido.

Nuestra tesis es la siguiente(y de nuevo, no es mía):

Marx previó el advenimiento de una revolución obrera anticapitalista de alcance internacional como un resultado del agotamiento histórico de ese modo de producción, que lo haría sumirse en crisis imposibles de resolver dentro de sus marcos. PERO esas crisis catastróficas llegaron ANTES de que el capitalismo hubiese alcanzado el grado de desarrollo de las fuerzas productivas que hace posible e inevitable la transformación de las relaciones de producción en el sentido necesario para abolir la sociedad de clases.

El principal error de Marx, el más implacable crítico del capitalismo que conocemos, fue el ser DEMASIADO BUENO con el capitalismo. Atribuyéndole la capacidad de “moldear al mundo a su imagen y semejanza”, supuso que ese modo de producción tendría la capacidad de arrasar con todos los otros modos de producción históricamente previos antes de alcanzar sus propios límites. Eso no ocurrió.

Esto es lo que determina las condiciones para que aparezcan modos de producción y formaciones sociales híbridas, inestables, de transiciones contradictorias y reversibles.

Al pensar de esa manera no creo estar “coqueteando” y “conciliando” con el estalinismo o algo por el estilo. Al mismo tiempo, si señalo la supervivencia de elementos propios del capitalismo dentro de esas revoluciones históricas, no dejo de reconocer su significado histórico.

Pero lo primero, antes de desarrollar esa idea, es recuperar esos conceptos dentro del pensamiento de Marx. Como dijimos, de la lectura de la “Crítica al Programa de Gotha” surge que su concepción de la transición social en la “primera fase del comunismo”, lo que nosotros llamamos “socialismo”, está centrada en la transformación de las relaciones sociales de producción.

Ese cambio en las relaciones sociales de producción, y no meramente en la forma de distribución ni la forma de propiedad ni en las relaciones técnicas de producción, implica una transformación en la división social del trabajo.

Esto quiere decir abolir la relación salarial, y eso no es equivalente a remunerar al trabajador según su trabajo, que es lo que plantea Marx en la “Crítica...”. Su idea es que esa transformación viene a partir del desarrollo de las fuerzas productivas ya ocurridas, no se le ocurrió plantearse (al menos no en forma principal ni mucho menos aislada) la revolución socialista en sociedades no desarrolladas.

Este concepto aparece explícitamente y con toda claridad en uno de los textos de Marx, el final del Cap. XXIV del Libro I de El Capital, “La llamada acumulación originaria”, la segunda parte de la Sección 7. “Tendencia histórica de la acumulación capitalista”. Ponemos al final el vínculo a Internet.

La primera parte de esa Sección habla del proceso de transformación de la pequeña producción en la producción basada en la propiedad capitalista. Tiene partes que son importantes para nosotros para entender por ejemplo el proceso de concentración y extranjerización de la tierra que hemos vivido en las últimas décadas. Pero no podemos detenernos en esto ahora, aunque podemos volver sobre ello en otro momento.

Lo que queremos señalar es que Marx trata todo esto como parte de un mismo proceso dialéctico:

1.    La pequeña producción basada en la pequeña propiedad del productor directo

2.    La concentración y centralización del capital (que son cosas diferentes, y de eso también podemos ocuparnos en otro momento porque nos permitiría comprender lo que nos pasa aquí y ahora) es el proceso de negación de la pequeña producción que es desplazada por la producción capitalista, basada en la concentración de la propiedad y la pauperización de las grandes masas populares, pero al mismo tiempo es el desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones sociales que hacen posible la producción social

3.    La negación de la negación, la expropiación de los expropiadores. A eso queríamos llegar.

Una vez que este proceso de transformación ha corroído suficientemente, en profundidad y extensión, la sociedad antigua, una vez que los productores se han convertido en proletarios y sus condiciones de trabajo en capital, una vez que el modo capitalista de producción se mueve ya por sus propios medios, el rumbo ulterior de la socialización del trabajo y de la transformación de la tierra y demás medios de producción en medios de producción explotados socialmente, es decir, sociales, y por tanto, la marcha ulterior de la expropiación de los propietarios privados, cobra una forma nueva. Ahora ya no es el trabajador que gobierna su economía el que debe ser expropiado, sino el capitalista que explota a numerosos obreros.

Esta expropiación se lleva a cabo por el juego de leyes inmanentes de la propia producción capitalista, por la centralización de los capitales. Un capitalista devora a muchos otros. Paralelamente a esta centralización o expropiación de una multitud de capitalistas por unos pocos, se desarrolla cada vez en mayor escala la forma cooperativa del proceso del trabajo, se desarrolla la aplicación tecnológica consciente de la ciencia, la metódica explotación de la tierra, la transformación de los medios de trabajo en medios de trabajo que sólo pueden ser utilizados en común, y la economía de todos los medios de producción, por ser utilizados como medios de producción del trabajo combinado, del trabajo social, el enlazamiento de todos los pueblos por la red del mercado mundial y, como consecuencia de esto, el carácter internacional del régimen capitalista. A la par con la disminución constante del número de magnates del capital, que usurpan y monopolizan todas las ventajas de este proceso de transformación, aumenta la masa de la miseria, de la opresión, de la esclavitud, de la degradación y de la explotación; pero aumenta también la indignación de la clase obrera, que constantemente crece en número, se instruye, unifica y organiza por el propio mecanismo del proceso capitalista de producción. El monopolio del capital se convierte en traba del modo de producción que ha florecido junto con él y bajo su amparo. La centralización de los medios de producción y la socialización del trabajo llegan a tal punto que se hacen incompatibles con su envoltura capitalista. Esta se rompe. Le llega la hora a la propiedad privada capitalista. Los expropiadores son expropiados.

El modo capitalista de apropiación que brota del modo capitalista de producción, y, por tanto, la propiedad privada capitalista, es la primera negación de la propiedad privada individual basada en el trabajo propio. Pero la producción capitalista engendra, con la fuerza inexorable de un proceso de la naturaleza, su propia negación. Es la negación de la negación. Esta no restaura la propiedad privada, sino la propiedad individual, basada en los progresos de la era capitalista: en la cooperación y en la posesión colectiva de la tierra y de los medios de producción creados por el propio trabajo.

La transformación de la propiedad privada dispersa, basada en el trabajo personal del individuo, en propiedad privada capitalista es, naturalmente, un proceso muchísimo más lento, más difícil y más penoso de lo que será la transformación de la propiedad privada capitalista, que de hecho se basa ya en un proceso social de producción, en propiedad social. Allí, se trataba de la expropiación de la masa del pueblo por unos cuantos usurpadores; aquí, de la expropiación de unos cuantos usurpadores por la masa del pueblo”.

Hemos querido mostrar con esto que para Marx, la revolución socialista proletaria mundial no es evento caprichoso. Ocurre sí y solo sí se han desarrollado previamente las fuerzas productivas y las relaciones de producción que la hacen posible y necesaria.

Sin embargo la historia verdadera ha ocurrido de una manera que no se ajusta completamente a este curso supuesto, y sobrevienen revoluciones de intención socialista ANTES de que se hubiese completado la maduración de las condiciones sociales que son su base.

Con esto ya nos sacamos de encima la tarea de las citas de Marx. Ahora ya estamos en condiciones de explicar nuestro punto de vista sobre esas revoluciones históricas, basado en una interpretación “no evangélica” del marxismo.

Lo vamos a tener que hacer siguiendo el método para comer el elefante


Vínculo a: El Capital, Cap. 24 del Libro I, La llamada acumulación originaria

https://www.marxists.org/espanol/m-e/1860s/eccx86s.htm


FERNANDO MOYANO
postaporteñ@ 1353 - 2015-02-23


viernes, 7 de septiembre de 2018

Pobre mercenario. ¿Por qué Uruguay retira sus tropas de Haití?

Los uruguayos participamos con 13 a 15 % de nuestras FFAA en las misiones de Paz. Llevamos años y años, siempre estamos en los lugares que nos asignan, sin embargo donde se decide y reparten los recursos no existimos ni para servir el café. Presidente uruguayo José Mujica, Asamblea de la ONU, 25/09/13

La participación de Uruguay en “Misiones de Paz” de Naciones Unidas, policía global para el mantenimiento del orden planetario capitalista, muestra hoy profundas contradicciones.

En la MINUSTAH, contingente militar para la “estabilización de Haití” que lleva casi diez años y del cual Mujica anuncia ahora el retiro, la columna vertebral son los países latinoamericanos (que debemos al pueblo haitiano el ejemplo y empuje inicial de nuestra vida independiente). Sacando a Uruguay, despliegan 10 efectivos por millón de habitantes. Uruguay, en cambio, tiene 234 por millón.

I. Misiones de mantenimiento del orden imperial capitalista

Las “misiones de paz” comenzaron como pequeños contingentes (casi sin armas) para preservar y vigilar el cumplimiento de acuerdos previos de paz o armisticio alcanzados por contendientes en conflictos bélicos. Tal el armisticio de 1948 entre Israel y los árabes o el la paz India-Paquistán donde participa por primera vez Uruguay, de 1952 hasta hoy.

Gradualmente pasan a ser pesadas intervenciones armadas. La primera es en el Congo, 20 mil hombres en 1960, y aparece la condición de “biombo colonialista” que denunció Patricio Lumumba, asesinado días después. Esa guerra sigue hasta hoy, cobró millones de vidas. La ONU es tan cómplice como el primer día.

Una pequeña parte de las “misiones” son esas fuerzas de vigilancia, neutrales entre bandos beligerantes.

Pero la gran mayoría son fuerzas combatientes a favor de uno de los bandos (Congo o Malí, por ejemplo), no son neutrales ni buscan la paz sino el sometimiento.

Haití es un caso especial: no hay conflicto armado ni lo hubo, Se usó esa posibilidad como excusa, no ha ocurrido en diez años. Es una intervención de control y contención de un conflicto político y social por vía militar.

Lo que buscan las ”misiones” no es la paz, sino mantener el orden imperial en los puntos de disturbio de la periferia capitalista.

Han modelado su propia “legitimidad” acomodando el Derecho Internacional a las circunstancias. Por ejemplo, para eludir su responsabilidad en la epidemia del cólera en Haití la ONU recurre a convenios internacionales de inmunidad hechos para otra cosa.

La ONU aligera así el esfuerzo militar sobredimensionado de las potencias imperialistas, en primer lugar EEUU, y da legalidad a la guerra permanente de mantenimiento del orden mundial.

El sistema capitalista atraviesa hoy una crisis de hegemonía con una redistribución conflictiva del poder, y la transición hacia un “imperialismo colectivo”. Para compensar su retroceso, los yanquis sacan ventaja de su superioridad militar llevando al mundo al borde de la guerra a cada momento.
 

 Los puntos más conflictivos son los supuestos “Estados fallidos” en la periferia, donde la explotación llega al grado de socavar la base del Estado capitalista como dispositivo de control semi-autónomo. Impuesto el orden, se delega su mantenimiento a países periféricos que tienen ese “orden para exportar”.

II. El país tapón

La idea de imposibilidad de existencia de Uruguay como nación separada, su condición de enclave colonial solo redimible en la integración en un proyecto de emancipación continental, viene de lo más destacado de nuestra tradición intelectual de izquierda (Carlos Quijano, Roberto Ares Pons, Carlos Real de Azúa, etc.) y es parte de nuestra cultura de masas.

Pero entre los voceros políticos e intelectuales de la clase dominante domina un chauvinismo provinciano. La “identidad nacional” es una ilusión de nacionalismo que encubre la colonización ideológica y cultural.

La derrota del proyecto artiguista deja un país vulnerable en que se establece un Estado pero no una nación. La debilidad relativa de la clase dominante frente a sus vecinas la hace inclinarse ante los centros imperiales de turno para socavar toda resistencia regional aunque sean simples regateos dentro del orden capitalista. Cuanto más pro-imperialista es una corriente política más “nacionalista” es su discurso.

El uruguayo es el más disciplinado vasallo, esto sigue siendo “políticamente correcto” para el gobierno actual, en especial para el sector astorista.

Antes del desplazamiento del imperialismo británico por el, Uruguay semi-colonia inglesa era fuente de materias primas para la metrópolis industrial. Pero EEUU se provee por sí de los mismos productos que Uruguay exporta. La importancia del Uruguay semi-colonia yanqui es más de “proveedor de política”, porque no tiene mucho más para vender que difiera de lo que venden otros en la región.

El envoltorio democrático e ilustrado uruguayo sirve a la política pro-imperialista subyacente bajo ese pseudo-nacionalismo. Y cuando debe incluir la colaboración militar, aparece la participación en “misiones de paz”.

Pero esta condición estratégica no explica el peso desproporcionado de la participación.

III. El reciclaje del aparato militar

El desproporcionado aparato militar uruguayo aparece con el batllismo como disuasorio ante los medios rurales desconformes, luego frente a la creciente inquietud obrera del país que se moderniza. Y complementa el colchón amortiguador absorbiendo parte de la pobreza rural. Esto acompaña su inutilidad para la defensa territorial: sirve para otra cosa.

A la salida de las dictaduras militares en el continente los gobiernos burgueses liberales debieron hacerse cargo del reciclaje de los aparatos militares. Disminuirlos drásticamente no era opción para las clases dominantes, y las reestructuras inevitables despertaban resistencias peligrosas. La internacionalización militar parcial fue una solución de compromiso en todo el continente.

La dimensión del problema en Uruguay ha expandido también esta solución de compromiso. El reciclaje del aparato armado por transnacionalización, compartiendo el recurso entre dos clientes (el Estado y la ONU), costos, mantenimiento, formación, etc., es una novedad de los últimos tiempos.

Involucra un 40% del personal contando la preparación de relevos, la recuperación de los que vuelven y la logística; y más aun en recursos materiales, compra de armamentos y equipos.

Esto ya demuestra la inutilidad asumida del aparato armado en la defensa territorial. ¿Qué país preocupado por su defensa comprometería la mitad de su fuerza haciéndola no disponible en el corto plazo, dependiente de estructuras y mandos extranjeros incluso para los sueldos de sus soldados?

Pensemos lo complicado que es para la selección uruguaya de fútbol repatriar jugadores desparramados por el mundo cuando los necesita para un evento internacional.

Esto no tiene nada de defensa. Es un servicio político que el Estado presta al sistema de dominación mundial.
 

IV – La izquierda en el gobierno

Para llegar al gobierno el Frete Aamplio debió pactar con los militares el mantenimiento de la impunidad de los crímenes de la dictadura, y otros temas.




Haití estaba en el paquete. Quedó demostrado por el “síndrome de la mano extraña” (“del Dr. Strangelove”), la “mano de yeso” (voto parlamentario forzado por disciplina) en 2005 al aprobarse el nuevo envío de tropas a Haití, girando 180 grados el Frente ahora en el gobierno respecto a la que había sostenido unos meses antes en la oposición, y provocando la renuncia del diputado Guillermo Chiffet que se negó a votar. Fue la política militar la que dictó la política internacional, el “brazo” comandó la “cabeza”.
 

El gobierno del FA no puede prescindir del aparato militar porque es el depósito de garantía de alquiler que debe cubrir como arrendatario (y recién llegado) del lugar que ocupa, propiedad de la clase dominante. Mujica lo dijo expresamente: “¿Cuál es la última garantía en una sociedad...? ... que sus cuerpos armados, en los grandes momentos de tensión, cuiden y respeten... ". Audición radial,14/04/2010.

El gobierno de Mujica dio gran importancia a la política hacia el aparato armado y multiplicó los compromisos; generó así la posibilidad de “exigir contrapartidas” que otros gobiernos burgueses antes no tuvieron.

Una vez comprometida esa onerosa garantía hay que mantenerla y amortizarla. Hacerla rendir en un negocio secundario, financiar compras y adiestramiento, obtener rédito político por un servicio y propinas para oficiales y tropa, era la idea. Pero el negocio no salió bien.

V – El retiro de Haití

El retiro de Uruguay de Haití se debe ante todo a la lucha del pueblo haitiano, Entra en crisis la intervención en Haití antes que otras.

La formación social haitiana es más moderna que otras comunidades agredidas, como los países africanos. Su revolución de esclavos marca toda su historia. Tiene vínculos estrechos con los países más desarrollados que lo rodean, y en especial con Cuba, desde siempre. Y tiene dos siglos de vida política independiente. Todo esto hace que “el espejo haitiano” sea para los dos lados, América Latina se ve en Haití y Haití en América Latina.

Pero ¿por qué se va Uruguay antes?

La idea de ir del estado tapón al “estado puente” no se le ocurrió a Mujica, la toma (patas arriba) de la misma tradición intelectual que retomamos acá. Las invariantes estructurales que hacen la política mercenaria, crean sus límites.

La pesada implicación del aparato militar en las “misiones” trae un acelerado desgaste: los costos son cada vez mayores y las ganancias menores. El “prestigio internacional” resultó enorme desprestigio por los vicios militares agravados por su condición mucho más parasitaria. Uruguay quedó expuesto en la vidriera haitiana.

Y está la resistencia del pueblo uruguayo, que no siendo intensa y abierta como en Haití, es “fuente de inspiración” de las disidencias en el aparato frenteamplista.

Una vez asumido, el retiro debe hacerlo Mujica despejando la cancha al próximo gobierno de Tabaré. Después sería más difícil porque es él quien puede manejar las tensiones con el aparato militar. Y frustrado en sus otras iniciativas, necesita irse con algún galardón de izquierda.

El subsecretario de Defensa dice ahora que existen “cosas más importantes que lo económico... [o] satisfacción salarial...[en] a una Misión de Paz”. Yendo a la guerra con objetivos tan mezquinos como fueron -esta negativa cínica lo admite tácitamente o el tema ni se mencionaría- no se podía esperar otro resultado.

El retiro de Haití es una medida de prudencia antes que sobrevengan males mayores. Un repliegue impuesto por el sector más lúcido de la burocracia frentista venciendo resistencias internas.

VI – El sub-imperio y su portavoz.

El proyecto sub-imperial de Brasil también es de larga data. La participación de países latinoamericanos bajo su comando es un intento de organizar el orden imperial recurriendo a un sub-imperio, busca disfrazar la ocupación como “ayuda” al delegar el mantenimiento del orden a países más parecidos al que ha sido ocupado. Hace posible una continuidad e Instala una jerarquía que atenúa la contradicción del centro con su periferia cercana y es mediadora con el resto.

Es parte del reordenamiento general del imperio, y su crisis muestra el desarrollo de esas contradicciones. Los sub-imperios has sido siempre estrategia de los imperios pero también fuente de problemas.

Brasil fue por lana y volvió trasquilado, en vez de un sillón permanente en el Consejo de Seguridad cosecha espionaje.

Esa dinámica se parece al “bipartidismo imperialista” de alternancia de potencias en la periferia (Europa / EEUU). En Haití se montó el modelo, cuando afloraron las contradicciones EEUU impuso a dedo al títere Matelly. Pero su gobierno resultó desastroso, otro indicador de la decadencia de EEUU. Ahora Brasil pasa la factura.
 

Actuar como portavoz del malestar de Brasil es también expresión de la condición uruguaya de estado tapón-cuña-puente.

El canciller uruguayo Luis Almagro negocia con la ONU el retiro de tropas aduciendo que el gobierno de Matelly está dando un “autogolpe” al no convocar elecciones para renovar el Senado, y sin garantías democráticas Uruguay se retirará de la MINUSTAH. EEUU en cambio llama a “respetar al gobierno electo”.

Además de seguir interviniendo en la política haitiana, ambos planteos adolecen de lo mismo. ¿Y en 2004, gobierno electo de Aristide, donde estuvo esa preocupación por la democracia? La diferencia es que ahora Almagro reconoce el fracaso de la intervención de diez años.

Más allá de algunos cabos sueltos el retiro de las tropas uruguayas de Haití es un hecho.

De Haití. Porque ahora aparece la preocupación por encontrar otros destinos a las tropas, borrando con el codo lo de que no importa el dinero. Y se confirma que la política mercenaria responde causas estructurales. Los problemas que ahora se difieren, volverán.










martes, 1 de septiembre de 2009


COMUNA BOLA DE CRISTAL


Levantóse al punto el poderoso héroe Agamenón Atrida, afligido, con las negras entrañas llenas de cólera y los ojos parecidos al relumbrante fuego; y, encarando a Calcante la torva vista, exclamó: -¡Adivino de males! jamás me has anunciado nada grato.

Pienso yo: ¿qué culpa tenía el pobre Calcante si a él el oráculo le llenaba de terror?

Los compañeros de COMUNA han emitido una declaración en la que se reseña como
-"se agotaron todas las instancias desde años anteriores para ofrecer una propuesta unificadora, pero que se fue dificultando en el año electoral como lo teníamos previsto, donde los tiempos políticos y los ritmos son diferentes para cada organización... [ y por último] se quedó sin tiempo suficiente para hacer conocer su propuesta a los sectores populares".-

Como resultado tenemos que -"La debilidad táctica en el marco de una fortaleza estratégica del espacio de la izquierda consecuente quedó registrada en las urnas donde todos los sectores unidos no llegaron a 5 mil votos...."-.

A continuación proponen:

"a) Creación de un sujeto político que trascienda a todos los grupos;
b) Unidad sin exclusiones; ...
e) Compromiso de no votar al reformismo frenteamplista en la segunda vuelta".-

Bueno, si tanta capacidad de previsión y tanta fortaleza estratégica tenemos, me atrevo a consultar mi propia bola de cristal.

El frente sacará algo más del 45% en octubre, el voto en blanco más el anulado más Asamblea Popular (así quedaron ordenados en las internas) reunirá tal vez un 3 o un 4% (y ningún parlamentario). Cundirá el pánico y el desconcierto. La fragmentación de la izquierda radical, la ausencia total de espacios orgánicos de elaboración política y además la falta de diálogo entre los distintos pequeños grupos aumentará la desmoralización de la militancia.

Desconcertada, habiendo perdido completamente el respeto por los referentes que tuvieron su oportunidad durante cinco años y la desperdiciaron, tratará de encontrar en un mes la brújula perdida, y la encontrará por puro instinto. Nueve de cada diez de sus militantes votará a Mujica en noviembre, y éste ganará con el 50.1% de los votos.

Si en cinco años no se alcanzó ese sujeto político de unidad sin exclusiones, no se alcanzará de aquí a noviembre. No habrá semejante compromiso. Por suerte, porque la metodología de llamar a la unidad sin exclusiones y ya adelantar de antemano la línea que se tiene que seguir no parece muy sensata.

Tal vez sea por mi cortedad de miras, el caso es que no veo ninguna razón valedera para no votar en noviembre contra del regreso de Lacalle, y creo que si ese regreso ocurriese la derrota SUBJETIVA de la izquierda será mucho mayor que ahora todavía. Y aunque ese compromiso (que personalmente considero un contrasentido) se alcanzase, el caso es que menos aún habrá "tiempo suficiente para hacer conocer a los sectores populares" esa línea que deberían seguir a puro verticalazo. Y por lo tanto los militantes se guiarán sanamente por su propio criterio.

¿No les parece que habría que pensar, consultarse entre todos, dialogar, antes de ponerse a largar lineazos? ¿No se ha acumulado ya suficiente vergüenza y frustraciones como para que sea tiempo de empezar a corregir?

Mi bola de cristal me dice que si no lo hacemos, ya no quedará nada de la llamada izquierda radical.

Leo en un folleto sobre Flores de Bach: "Chestnut Bud: cuando repiten errores por no aprender de la experiencia". Si los griegos hubiesen conocido las Flores de Bach, Calcante podía haberle recetado eso a Agamenón.

FERNANDO MOYANO

URUGUAY, un análisis de la situación política

AÑO ELECTORAL EN URUGUAY AL FINAL DEL PRIMER PERÍODO DE GOBIERNO DEL FRENTE AMPLIO

Análisis de las tendencias de larga duración y los cambios en el modo de dominación, el sistema político y la cooptación de la izquierda

NOTA ACLARATORIA AL LECTOR EXTRANJERO:


El 25 de octubre son las elecciones presidenciales y parlamentarias en Uruguay. De no haber mayoría absoluta para presidente, se resolverá en segunda vuelta el 29 de noviembre. Actualmente hay un gobierno del Frente Amplio, primer gobierno de izquierda en la historia del país. El Presidente es Tabaré Vázquez, y su política ha sido neoliberal. Entre otras cosas también se enfrentó a su propio partido al vetar la ley de despenalización del aborto aprobada en el parlamento. En junio fueron las “internas” o primarias simultáneas para elegir candidatos de todos los partidos. El ex-ministro de economía de este gobierno Danilo Astori (conductor de esa política económica neoliberal), que contaba con el apoyo firme de Tabaré Vázquez, fue derrotado por el ex-guerrillero “tupamaro” José Mujica, que pasa a ser el candidato del Frente. En el voto partidario “no vinculante” en esas primarias, el Frente fue superado por el Partido Nacional, de derecha. La izquierda contestaría extra-frentista tuvo una expresión insignificante.

Hermano: ha muerto una esperanza
FERNANDO MOYANO
¿Quién hizo sonar nuevamente
el viejo tambor destemplado?
¿Quién fue que arrimó los barriles
que aguantan el nuevo tablado?
Rascá
la cáscara.


Jorge Lazaroff, Baile de máscaras


En Uruguay es usual hablar del “carnaval electoral” para referirse al espectáculo mediático e incluso al ritual que regularmente aparece y moviliza las energías de la sociedad. Desganada, escéptica, incluso indignada ante tanta mentira descarada, pero la moviliza, captura su atención, logra renovar por un tiempo más el crédito que la sociedad concede al sistema político metiendo de nuevo en el paquete, refinanciando, las promesas incumplidas, aceptando ridículas excusas para justificar los incumplimientos. En “El país de la cola paja” (1960) Mario Benedetti señala que el humor irónico y cínico característico del uruguayo es una forma de mostrar y mostrarse a sí mismo que no ha sido engañado, mientras acepta ser engañado. De alguna forma el carnaval electoral renueva el mito del “como si” del régimen político democrático burgués. Como si se discutiesen los problemas del país, como si los integrantes de cada comparsa realmente creyesen en la letra que recitan, como si hubiese habido un cambio desde el carnaval pasado o si nos esperase otra cosa en el futuro que no sea un nuevo desfile de carnaval. La competencia por la mejor forma de la representación desplaza a la disputa sobre contenidos, porque al fin de cuentas todos sabemos que no hay verdadero contenido.


Representantes/representación. Como apunta George Balandier en “El poder en escenas”, la representación del poder evidencia el poder de la representación, exorciza la carga del conflicto social, la evanece y trasfiere al escenario periódico murguero la rebeldía permitida y la protesta social para que haga su catarsis. Luego todo podrá seguir igual un tiempo más, pero nos habremos burlado de quienes se burlan de nosotros porque como decía Machado: “cuando dos gitanos hablan / se mienten pero no se engañan”.
Es posible, si le creemos a Carlos Real de Azúa (ver por ejemplo “Uruguay, ¿una sociedad amortiguadora?”, 1973), que la causa última de la “democracia uruguaya” que tanto asombra al mundo sea la debilidad estructural de base de los actores sociales, no más civilizados que sus similares en la Latinoamérica convulsionada, pero que no les da el cuero para otra cosa. Ninguno de los dos polos (burguesía/proletariado) tiene en Uruguay fuerza suficiente como para un ataque frontal contra el otro: La “coexistencia pacífica” democrática viene a ser un “plan B” dictado por esa debilidad que deriva de la particular de la implantación del modo de producción capitalista (“capitalismo sin sector I”) en esta formación social que nace ya como “estado tapón”.


Estas de 2009 son las elecciones al final del primer período de gobierno de una fuerza de izquierda en toda la historia uruguaya: o sea, ha llegado la hora de rendir dos cuentas diferentes. Del gobierno del Frente Amplio ante la ciudadanía, y de la izquierda uruguaya ante sí misma.


“Hermano, no te vayas. Ha nacido una esperanza”, fue una de las consignas del Frente Amplio en su fundación en 1971. El Uruguay es un país de emigración. La débil implantación capitalista y su condición de periferia de periferia ha encontrado también esa forma autodestructiva de amortizar el conflicto social, motivando a salir además a los elementos más activos, mejor preparados, e incluso más peligrosos de la clase trabajadora. El Frente Amplio del 71 quería ofrecer una alternativa de esperanza para ese pueblo sin esperanzas. La esperanza en un “cambio de estructuras” -según el lenguaje de los ’60- que permitiese atender a las necesidades más urgentes de los sectores populares y abriese el camino hacia la construcción de una sociedad de justicia e igualdad.


Era un Frente que nacía con muchísimos defectos. Su conducción mayoritaria se inclinaba a la conciliación de clases, su estrategia buscaba un desarrollo capitalista que significase alguna mejora para los explotados por medio de una alianza con una supuesta e inexistente “burguesía nacional”, su táctica se centraba en la acumulación electoral, ofrecer al pueblo una opción institucional que lo apartase de la tentación del levantamiento violento. Pero pese a todo ello, estaba muy permeado por el medio en que crecía, la combatividad de la militancia social, el espíritu de la época de la Revolución Cubana y el Mayo Francés, la radicalización de los sectores populares. De modo que su programa recogía medidas avanzadas que cuestionaban al orden social imperante, y tenía una política antiimperialista.


¿Qué ha quedado de esa esperanza fundacional? La salida de la dictadura vio una izquierda en que la derrota había calado internamente, y que se plantea abiertamente jugar el papel de co-gestor del capitalismo. La transición no fue instantánea, duró aproximadamente dos décadas, y el viraje se completó en el 2002 cuando se precipita la crisis financiero-bancaria. La izquierda había crecido mucho en términos institucionales (40% del Parlamento, Intendencia de Montevideo), y había rebajado más y más su programa político. En ese momento la conducción frentista aprovecha para ofrecer garantías al poder burgués conteniendo al movimiento popular y avalando la política del gobierno. Sobrevino entonces el relevo y el gobierno de Tabaré Vázquez, que veremos más detenidamente. ¿Y hoy?


Nuestra tesis es también que la parodia necesaria para la renovación de los créditos políticos cobra hoy la forma de la representación de un conflicto aparente entre “dos izquierdas” dentro del Frente Amplio, como si hubiese una evolución interna de la izquierda en el poder. También aquí podríamos traer a colación una imagen de otro cantautor uruguayo.
"Y todo así, siempre sucesivamente
Cada sueño habría las puertas del siguiente
Como un espejo que refleja otro espejo…”
Leo Masliah, Balada del Pocho Martínez
Esa Balada termina con una “tragedia graciosa”, el Pocho Martínez demora tanto en despertar de sus sucesivos sueños que cuando al final despierta del todo entra en el “sueño definitivo”.


Por último, resulta especialmente doloroso hablar hoy desde un país que en su momento tuvo un pensamiento social rico y creativo, y que hoy muestra un panorama tan desolador en ese rubro. Es otra de las cosas que han resultado de la sucesión dictadura militar –>neoliberalismo “democrático” –> izquierda en el gobierno.




I - El pensamiento miserable
La escena política tiene hoy la virtud de desnudar la involución ideológica y cultural de las últimas décadas, no solo en el ambiente político, también en el pensamiento popular y en los "cientistas sociales”. Esto puede verse si tratamos de abordar ese problema teórico que se conoce en el marxismo como el papel del individuo en la Historia.
Decíamos hace diez años en Alfaguara Nro.22/Mejores caciques eran los indios:
“Los partidos de izquierda histórica de este país se denominaron a sí mismos "partidos de ideas" diferenciándose de los partidos tradicionales que han sido en su fundación -y siguen siendo- partidos de caudillos. Hemos rechazado siempre la esencia y estilo de organizar una corriente política a partir de un liderazgo personal, reivindicando por el contrario que las corrientes políticas son primero corrientes de ideas y acciones colectivas, y los liderazgos son secundarios, incluso prescindibles. Dentro de las tradiciones políticas y culturales ha sido siempre el pensamiento conservador y reaccionario el que ha sobredimensionado el papel de los líderes, el verticalismo, la disciplina, la unidad monolítica, el acatamiento. Y el pensamiento progresista en su acepción más amplia, es el que ha privilegiado la igualdad, los vínculos horizontales, la libertad de disenso, el respeto a las minorías, la pluralidad. Quienes en la vida política hacen pasar todo por caciques, conflicto entre caciques, elección de caciques, son los reaccionarios. Los progresistas siempre estuvimos con los indios”,
Nada más lejos de eso que esta “izquierda” y esta “ciencia social” de hoy que SOLO piensa en caciques. El marco conceptual implícito en todos los seguimientos de la campaña electoral y en toda la conducta partidaria es el pensamiento social reaccionario que además se ha naturalizado, se lo da por evidente. No hay nada más que la disputa entre los candidatos en tanto tales.
Para los “analistas políticos” ya no hay por qués ni para qués, en vez de análisis y relación causal hay tautología y descripción. Ya ni al comentarista deportivo y ni siquiera al relator, emulan al panel electrónico del Estadio. Se limitan a anunciar los tantos, y que los tantos se expliquen por sí mismos. Miseria de la filosofía señaló Marx una vez. Hoy podemos agregar varias "ías" de pensamiento miserable.
Pero en esta mente en blanco hay un pensamiento implícito, la vuelta a la interpretación carlyliana de la historia (Thomas Carlyle, Los héroes) como sucesión de "grandes hombres", o peor, a la historia palaciega, sucesión de reyes, y si hay guerras es porque varios quieren ser rey al mismo tiempo.
Pero lo que realmente importa es que esta forma de pensar es manifestación de una involución política y cultural, síntoma a su vez de la decadencia y el colapso intelectual y moral de la vieja izquierda. Porque la izquierda de los sesenta-setenta, que supo tener un proyecto histórico explícito, vino acompañada de un pensamiento social muy diferente.
Esta decadencia conceptual abarca a muchos. Veamos por ejemplo Raúl Zibechi en La mimetización de la izquierda (La Jornada, 19/12/08), cuando acababa de ocurrir el Congreso del Frente Amplio (diciembre de 2008) que proclamó la candidatura del ex–guerrillero José Mujica dejando en tercer lugar al ex–ministro de Economía del gobierno de Tabaré Vázquez, Danilo Astori, que supuestamente debería ser el delfín designado por el dedo presidencial.
... se trata de dos concepciones opuestas que dividen a la izquierda. Quienes defienden una fuerza integrada por militantes y comités de base... básicamente tupamaros y comunistas, [y... ] quienes apuestan al votante anónimo como sujeto de la política... Los primeros se sitúan más a la izquierda, representan a los sectores populares y a los trabajadores manuales...El sector más socialdemócrata recluta sus seguidores entre las clases medias y los empresarios.... Hasta ahora, ambas culturas pudieron convivir en gran medida gracias al carisma de Vázquez...
Esto es lo más que podemos encontrar en materia de análisis político hoy día. Y llama la atención cuando recordamos que Raúl Zibechi es un verdadero investigador social que analizó el papel del Partido Comunista Uruguayo no como "representante" de los trabajadores sino como su regimentador político dentro del marco capitalista. Este fue un planteo muy marcado en su producción anterior (p.ej. La mirada horizontal). También es cierto que hay allí sí una continuidad en su pensamiento al ver a la concepción organizacional como madre y no hija de la política concreta; en este caso parecería ser que la contradicción básica es entre dos formas partidarias distintas. Sin embargo también en eso las cosas han cambiado. Antes para Zibechi la revolución social partía de una concepción organizacional autonomista inspirada en el Zapatismo (Los arroyos cuando bajan). Pero como nada de eso hay ya en escena él también debe tomar un Plan B, y lo que era su bestia negra, el verticalismo de corte estalinista que reproduce el poder burgués, aparece allí siendo hoy lo menos malo frente a lo peor, la izquierda tecnocrática asimilada.
Pero sigue sin haber una explicación de por qué pasó esto. Hemos traído a cuento este pasaje porque como dijimos, queda allí aún un resabio de análisis, y además para empezar por la perla de ese texto: el carisma de Tabaré Vázquez. Es un ejemplo de pensamiento escénico o impresionista, tomar lo aparente por real. Aún si fuese cierto, ¿por qué ese “carisma” ya no existe y Tabaré es hoy un muerto político?
Vamos a ver el misterio de la "magia" de la corta monarquía del cacique Tabaré partiendo de su base material: la teta del estado y la administración de su ordeñe. Porque, como dice Le Corbusier: Hay que decir siempre lo que se ve. Pero sobre todo siempre hay que (y eso ya es más difícil) ver lo que se ve.
II -Tabaré Vázquez y la burocracia frentista
Hablemos entonces de ese tema que no existe: el carisma de Tabaré Vázquez. Hace algún tiempo se publicaron unos cuantos libros sobre él, pero todos sabemos que Tabaré Vázquez no existe.
Lo que queremos decir es que en general no existen los dirigentes políticos, menos en Uruguay hoy, en el sentido de que no son el deus ex machina de la política. Las cabezas políticas visibles son casi siempre fabricadas por las agencias de maquillaje y escenografía de la política, redactores de discursos, asesores de imagen, directores de campaña y recaudadores. Y todo ese dispositivo depende de fuentes de financiación, centros de decisión, negociación, intermediación y usinas de ideas, que remiten siempre a un lugar social: la lucha de clases. Lo que importa entonces es mirar esa “fábrica de dirigentes”. Los dirigentes son la forma antropomórfica en que se presentan los sectores sociales en disputa en la escena política, donde, como decía El Principito, “lo esencial es invisible a los ojos”. Tabaré no existe, fue inventado.
¿A qué sector social responde? Nuestro planteo es que Tabaré Vázquez es una figura puesta allí por la burocracia política frentista , que es una versión actualizada de la burocracia político-estatal de este país, que nunca fue un estamento social autónomo y autodefinido, una clase social en sentido estricto, sino un estamento de gestión del poder por cuenta de otro sector social, un dispositivo funcional diferenciado en la lucha de clases porque y en cuanto ha sido necesario disponer de un actor de presentación -frente también en sentido de fachada- y administración. Les ha sido necesario. A las clases sociales dominantes.
Vamos a desarrollar este concepto. Pero primero prestemos atención al Frente Amplio como fenómeno social. Demos un vistazo a los Comités de Base de la periferia de Montevideo. Pero antes aclaremos algo acerca de eso.
Cuando el Frente Amplio nació a principios de los setenta, nacieron casi espontáneamente los Comités de Base. El Frente siempre fue algo más que un simple frente político entre distintos partidos al estilo de los frentes populares, se aproximó más a aquello que la Tercera Internacional de los primeros congresos llamó frente único por la base. Los comités de base fueron organismos de base comunes a toda la coalición política, que además de “mezclar” las bases de sus distintos partidos constitutivos incluía además a una gran masa, incluso mayoritaria en muchos momentos, de militantes no sectorizados que no pertenecían a ninguno de ellos, los llamados “independientes” o “frenteamplistas de a pie”. Esa particularidad dio al Frente Amplio una riqueza política singular que permitió retener abajo una parte del poder de decisión, no mucha. Pues bien, ese fenómeno ya no existe. Cuando Zibechi se refiere a esa red de comités de base como parte de un modelo organizativo específico (en pugna con otro), está hablando en todo caso del pasado, de un tipo organizativo que ha sido desplazado por otro, una pugna ya resuelta. Porque hoy los comités se han reducido, secado, y perdido toda autonomía y poder de decisión que, aún parcial, alguna vez tuvieron.
Pero de cualquier manera comencemos por visitarlos hoy tal como existen, de la misma forma en que se analiza un fósil para comprender al organismo vivo. Veremos allí una población de pobrerío. Trabajadores humildes, amas de casa, jubilados, cuentapropistas. Los cargos son ocupados por gente un poco más estable, empleados públicos o estudiantes. En la Coordinadora encima del Comité encontramos algún pequeño comerciante, profesionales, funcionarios de carrera. A medida que subamos por el aparato subiremos también en la escala social hacia los sectores medios, que están imbricados con el estado. En un país de pobre desarrollo capitalista toda la actividad económica importante y los servicios giran en torno al estado, dependen o son ejercidos directamente por éste.
El Frente Amplio es un fenómeno clasista complejo, tiene dos bases sociales. Su base social electoral y de referencia es el pobrerío del país, los trabajadores asalariados, trabajadores independientes, desocupados. Pero la base social de su aparato político son los sectores medios que tienen su centro en una articulación entre la pequeño-burguesía y la burocracia estatal, fenómeno corriente en el capitalismo moderno pero que en Uruguay es primordial por esa forma particular de implantación del capitalismo en nuestra formación social a la que hicimos referencia, que determina el papel tutelar del estado.
No siempre fue así. En sus orígenes el Frente no tuvo amplio predicamento en el pobrerío. Lo tenía sí entre los trabajadores organizados (una parte de los trabajadores, ya que en Uruguay el nivel de sindicalización es bajo), los modernos sectores medios y la intelectualidad. La transformación del Frente en un fenómeno popular es reciente (unos quince años) y va acompañada de una transformación interna de reflejo: el populismo. Estamos hablando de “populismo” en un sentido muy lavado y tenue si lo hacemos en términos de América Latina, donde ese término tiene una historia muy fuerte: Pero con eso alcanza para aterrorizar al pensamiento liberal burgués,que también es el pensamiento de la misma izquierda socialdemócrata frenteamplista. Por eso la interna frentista vive el populismo con una relación amor-odio.
Veremos ahora el tema de la burocracia político-estatal de gestión. En nuestra historia ha habido tres estamentos sucesivos de gestión político-estatal capitalista, tres versiones de “clase política”. En el Siglo XIX fue el “patriciado”, que era un estamento derivado de sectores pobres de terratenientes que se diferencia para la administración política y cultural del país.
En el Siglo XX fue la burocracia batllista (constituida en el ciclo de José Batlle y Ordóñez), un sector que imbrica burocracia estatal, profesionales, intelectuales, sectores de burguesía media y agentes del capital. El batllismo formó un “colchón” de sectores medios y un aparato estatal hipertrofiado para compensar la debilidad de la burguesía uruguaya. Ese conglomerado social dio una impronta ideológica y cultural al país y tuvo su expresión político-partidaria en un partido monopólico clientelístico (el Partido Colorado, que venía de antes pero fue fuertemente modificado por Batlle y Ordóñez) que desarrolla “punteros” políticos hacia los sectores populares (el “Club Político” de Batlle y Ordoñez).
Ahora, el Siglo XXI ve nacer un nuevo formato de clase política. Al comenzar el siglo termina de colapsar el centro del sistema batllista por la crisis de la política neoliberal que lo arrastra: En ese momento son los punteros socialdemócratas quienes heredan su función de sus precedentes batllistas, y reproducen de afuera hacia adentro un aparato político similar. La burocracia político-partidaria previa de la izquierda, la burocracia sindical, la burocracia cultural, la pequeño-burguesía de las profesiones liberales y los negocios para-estatales, las ONGs, los funcionarios de medios de comunicación, todo un magma burocrático y pequeño-burgués (que cumplía la función de sostener una política reformista de base popular que actuase dentro de los marcos del “estado de bienestar” de tipo batllista) , se ha visto a partir de la crisis del 2002 como el mayordomo que debe administrar la casa del amo mientras éste está enfermo. Por supuesto que no se inclinó en esa emergencia por alentar la rebeldía popular, por contrario se ocupó de contenerla y dar pruebas de su “responsabilidad” ante las clases dominantes, en ese momento en que el aparato político de representación tradicional de esas clases (los partidos burgueses tradicionales Colorado y Nacional) podía quedar desbordado. Así se propició el relevo pacífico de 2004 que llevó al gobierno de Tabaré Vázquez.
Esa es la burocracia frentista en sentido histórico, producto de la llegada del Frente al gobierno, y también en sentido funcional, porque es frente o fachada del poder burgués ante la sociedad y sectores populares.
En la dualidad social frenteamplista señalada hay dos conglomerados sociales con necesidades programáticas divergentes. Si queremos entender al Frente debemos entender esa realidad.
Para los sectores populares la necesidad es subvertir y superar el modo capitalista de producción.
Para los sectores medios importa el aprovechamiento de los espacios de intermediación y pequeña gestión que puedan desarrollarse dentro del propio sistema en tanto tenga continuidad y no colapse.
Un interés revolucionario de los que no tienen nada para perder, y un interés contrarrevolucionario de los que tienen todo para perder. Cómo se imbricaron la derrota de unos y el oportunismo de otros, y cómo se montó en esa coyuntura el proyecto de gobierno frentista y Tabaré como vocero de ese sector social es algo que analizaremos recurriendo a ese pensamiento social que una vez tuvo tener este país. La figura intelectual a la que nos referimos más arriba, Carlos Real de Azúa, nos aportará parte de ese marco conceptual.
III - El aparato del estado como botín político
Nos hemos ocupado de presentar este tema complejo, donde la pérdida de hábitos de cultura política nos obliga a muchas explicaciones de conceptos. El significado político-social del primer gobierno frenteamplista y la era de Tabaré, la burocracia frentista, y sus relaciones sociales externas e internas. Entremos a detallar su contenido.
Situémonos en la víspera de la llegada del Frente al gobierno, al completarse la transición del partido de la alternativa al partido de la alternancia.
Tabaré fue el instrumento del proyecto político de un estamento social, una versión actualizada de la burocracia político-estatal de administración y presentación (front-end) del poder burgués. Esa versión se vehiculiza y se termina de construir a partir de ese proyecto político de gobierno. Para ello necesitó vender y que le comprasen tres productos políticos que formaban un paquete:
    1. A los sectores populares subalternos, imponer la idea de que es preferible abandonar los proyectos de transformación radical en favor del cambio mínimo (ni siquiera el cambio “posible” sino absolutamente mínimo) que no “desestabilice” el sistema capitalista, y de que si se intentase otra cosa serían ellos, los sectores populares subalternos, los que llevarían las de perder.
    2. Al bloque dominante, ofrecer una forma de control social más efectiva y eficiente que el modelo puramente represor y confrontativo del estilo político burgués tradicional. Hay momentos delicados de la lucha de clases en que eso hubiese sido querer apagar un incendio con nafta. Por eso mejor controlar a la tribu desde adentro que seguir barriendo indios.
    3. Y hacia adentro, hacia todo ese conglomerado burocrático y pequeño-burgués al que hicimos referencia, un disciplinamiento mínimo que supere las disputas internas y los problemas de “hambre atrasada”. Un padre de familia que reparta y ponga orden.
Era necesario además que esos productos fuesen comprados por esos tres clientes, y los tres a la vez, para que la operación fuese posible. Comencemos por el último punto.
En un país de pobre desarrollo capitalista hay pocas posibilidades de empleo en la actividad privada para profesionales, técnicos, administradores; menos aún con recesión. Para esos sectores, apoderarse de la plantilla del estado es cuestión de vida o muerte. Sus intereses tienen un cierto grado de contradicción con la burguesía, que siempre quiere menos impuestos, abatir el gasto público, y más espacio para la empresa privada. Otro punto de fricción es su necesidad de construir una estructura asistencialista como aparato de control político y clientelístico sobre los sectores subalternos. Es por ello que la política frenteamplista, haciendo hincapié en esa fricción, presentó una apariencia socialdemócrata tenue, o social-liberal, que le permitió distinguirse del proyecto político crudamente neoliberal precedente de los partidos Colorado y Nacional. Pero además se necesitaba un control monopólico de la canilla presupuestal para contener las luchas internas. El gran jefe Tabaré y su brujo Danilo fueron el precio que la burocracia frentista estuvo dispuesto a bancar… por algún tiempo. Esa necesidad de una jefatura bonapartista explica el fenómeno de un “culto a la personalidad sin personalidad” hacia una persona tan mediocre y deslucida como Tabaré Vázquez, que para algunos es “carisma”. La clave de la jefatura autoritaria de Tabaré es simple: alguien tenía que tener la llave de la caja. Esa autoridad era muy importante para llegar, una vez arriba ya no lo es tanto y se puede abrir el juego. Costó un tiempo liberarse de ella, no por la gran habilidad política de Tabaré sino por lo contrario, su estrechez mental, su avaricia de poder, y que él fuese el primer creyente del culto a él. Pero el tiempo institucional le dio el tiro de gracia. Durante el primer tiempo de su gobierno Tabaré logró retener un control muy firme. Incluso hubo un intento de proclamar su reelección, pero en las condiciones de Uruguay eso era totalmente imposible. Cuando la necesidad de la sucesión se avizora, todo el aparato frentista le da la espalda. Esto es lo que tenemos para decir sobre el “carisma” de Tabaré y su agotamiento en el escenario interno del Frente Amplio.
Veamos ahora el afuera, su relación con los sectores populares subalternos. Para poder montar sobre la derrota sufrida por estos sectores una rendición disfrazada de triunfo (que es la realidad del gobierno de Frente Amplio) era necesario teñir el discurso reformista socialdemócrata de la izquierda con un matiz populista, al mismo tiempo que se lo desteñía más aún de contenido reformista. Como no se podía levantar un proyecto de transformación como mito movilizador, se optó por otra cosa. Se invistió a Tabaré con el rol de líder mágico, único capaz de conseguir el milagro del triunfo de la izquierda. El acceso al gobierno de la izquierda ya asimilada al poder fue un simple acto de recambio mecánico del staff superior de la administración manteniendo las mismas políticas, pero fue vestido de dramatismo representando un conflicto aparente, como si fuese un “hito” de nuestra historia. Lo fue, pero en el sentido de representación dramática de lo que “podría haber sido” y no en el sentido de realidad. Y como toda ilusión, puede ser vendida porque alguien desea comprarla. El deseo de los sectores populares tuvo aquí una satisfacción simbólica en vez de la satisfacción real. Esto fue posible porque la derrota de nuestra clase obrera ha sido muy profunda y extendida. De la misma forma en que se habían vaciado los comités frenteamplistas, también estaba en retroceso el grado de sindicalización, y más aún el de participación efectiva en los sindicatos. Y junto con esto hubo una serie de derrotas sucesivas, se profundizó el desmantelamiento industrial por la entrada de Uruguay en el Mercosur, etc. Es sobre esta derrota que se justificó el cambio mínimo, y se le dio el dramatismo de la representación de un cambio trascendental.
Cumplida la tarea, el hombre a cargo pagará el costo. Olvidarlo, votarle todo en contra, humillar al sucesor que quiso imponer, “cuándo manyés que a tu lado se prueban la ropa que va a dejar…”. Como Tabaré se hizo cargo, porque para eso estaba, del abandono desfachatado de todo el contenido transformador del programa de la izquierda histórica, no podía esperar otra cosa.
La clave para del ciclo de Tabaré es también la clave de su sucesión. No será la continuidad del gran jefe ni su recambio por el brujo, sino por el bufón de la corte, el que cumplía el rol de la rebeldía permitida dentro de la misma escena. Este es el papel que cumplió José Mujica durante toda la primer parte del gobierno de Tabaré, hasta que se lo llama a cumplir otro rol.
El populismo pasa de matiz a tono dominante, para seguir cumpliendo la misma función de catarsis de la rebeldía de los sectores populares. Llamaremos a esto populismo simbólico, para diferenciarlo de los populismos reales de la historia de América Latina, porque aquí, con tan poco pan para dar, no queda otra que dar más circo. Un estilo político que privilegia el reparto de bienes simbólicos, a diferencia de las políticas socialdemócratas o keynesianas que se ocuparon del reparto de bienes reales.
Pero antes de desarrollar este tema, debemos concluir con el balance de este primer período de gobierno del Frente Amplio.

IV- El espejo electoral
El 28 de junio ocurrieron las elecciones internas simultáneas para elección de candidatos en todos los partidos políticos. A diferencia de las elecciones generales de octubre / noviembre, estas son de voto voluntario.
Hagamos un resumen de las cifras electorales agrupadas en “familias ideológicas”.
Frente Amplio ............................................. 40.4%
Derecha tradicional (P.Nacional, P.Colorado, P.Indep)...... 57.2%
Izquierda extra-FA (Asamblea Popular,P.Trabaj,Comuna) ...... 0.4%
Voto en blanco + anulado ................................... 1.9%
En realidad debemos agrupar estas dos últimas en una única de posible “voto alternativo” que agrupa por lo tanto un 2.3%. El voto voluntario es de un 44.5% del padrón electoral, o sea hubo abstención del 55.5%. Debemos destacar que ese pequeño voto en blanco y anulado de 2% del total de los votos voluntarios emitidos, apenas un 1% del padrón electoral, es en este caso un voto militante.
Comparemos con las encuestas previas de intención de voto. Evaluar los pronósticos con el diario del lunes en la mano es complicado pero pueden señalarse dos cosas gruesas.
  1. Todas las encuestas sucesivas en los meses previos preveían una votación superior al 50%. Pero sea respecto de esta previsión o de las elecciones internas precedentes de hace 5 y 10 años, hay una retracción del voto.
  2. Si agrupamos también las cifras de las encuestas en “familias ideológicas, mostraron durante meses una oscilación en la que el FA superaba al conjunto de la oposición, o era superado por ella, en un punto o dos. Esta situación se mantuvo con gran estabilidad. Asumamos que el electorado nacional se parte en dos mitades más o menos iguales, el posible electorado frenteamplista, el posible electorado de la derecha burguesa tradicional, 50 y 50. Los elementos marginales existen pero no alteran esa distribución gruesa. Si comparamos las cifras esperables con las cifras efectivas resultantes vemos que no hay una “retracción” en general, lo que hay es una retracción del voto frenteamplista. Y es muy grande, del orden del 30% del voto frenteamplista esperable.
Si la gente se hubiese comportado como decían las encuestas, más o menos medio país se quedaría en su casa, el otro medio iría a votar y se repartiría en dos mitades entre derechistas y frenteamplistas. Si todos los derechistas fueron a votar, al FA le faltaron para igualar a la derecha algo parecido a la votación de Astori, estamos hablando de algo grande. (El FA presenta tres posibles candidatos que quedan ordenados así: Mujica, Astori, Carámbula).
En las cifras de las encuestas previas el FA conserva el 50% del electorado que alcanzó en 2004, lo que vemos en el voto efectivo en las internas es que se debilita la adhesión. No es razonable pensar que este voto se haya perdido definitivamente porque no se percibe la contrapartida de un verdadero fortalecimiento de los partidos de la derecha tradicional burguesa ni en presencia política ni en cifras que son similares a la interna de 2004.
Los “politólogos” uruguayos lo explican por falta de interés en una interna ya decidida. ¿Por qué en internas que estaban mucho más claramente decididas en 1999 y 2004 tuvo el FA una votación mayor? Es porque era un voto militante, en aquel momento se sentía la necesidad de expresar aquello de “Soy del Frente”. Hoy ya no.
¿Qué ha pasado, entonces? Dice Luis Eduardo González: "El gobierno del Frente rompió una esperanza…. en el cambio de 2004… la gente tenía … muchas esperanzas. Se rompió la imagen de que había una diferencia cualitativa profunda" entre el Frente y el y los viejos partidos de la derecha tradicional. (El País, 05/07). González señala que pese a que Tabaré hablaba de que no se esperasen cambios rápidos, esa cosa puntual en medio de una campaña no podía revertir el discurso tradicional frenteamplista de 30 años de que los cambios profundos son posibles, que la traba principal es política, que el responsable de ella son los partidos tradicionales, y que el mecanismo hábil para removerla es el voto. La retracción frenteamplista es, en primer lugar, resultado de una falta de motivación, de un desencanto. Porque ese discurso o no era cierto (en todo o en parte), o lo era y fue traicionado.
Partido de votantes, aparato de funcionarios. Los politólogos no han señalado el otro factor. Como ya dijimos, las dos formas organizativas de las que habla Zibechi no son formas enfrentadas en el presente sino estados sucesivos. Para poder llevar adelante su viraje programático y político la cúpula frenteamplista hizo un desmantelamiento sistemático, paso a paso y durante años, de la estructura militante, los Comités de Base, para escapar a su control y tener las manos libres. El Frente, de organización de activistas políticos que opinaban (aunque con capacidad de decisión acotada) y participaban e influían desde abajo en la formación de la opinión pasó a ser una masa de votantes pasivos con un pequeño casco de militantes aparato, dirigido por una cúpula, y con comunicación puramente mediática. Al adoptar la metodología de cualquier partido burgués, la merma del voto frenteamplista refleja la destrucción de su capacidad política, un crimen con premeditación y alevosía cometido desde arriba contra la vanguardia de nuestra clase trabajadora porque la desarma frente a la nueva embestida reaccionaria, la desmoviliza y desmoraliza.
En los números, y coherentes con nuestra hipótesis, supondremos que el Frente se recuperará de aquí a octubre-noviembre. El peligro del retorno de la derecha tradicional burguesa (que además no es un rival tan difícil porque no ha logrado renovarse y difícilmente lo haga a corto plazo por la debilidad estructural de su base social) hará que esa vanguardia de nuestra clase trabajadora, aún desmovilizada y desmoralizada, aún sabiéndose traicionada, prefiera no cobrarse todavía esa cuenta con tal de impedir el mal mayor.
Eso profundizará y consolidará el viraje reaccionario de la cúpula frenteamplista y la transformación del Frente en un partido de estilo burgués. Aunque no compartamos el premiar con el voto a los responsables de esta destrucción, en los números no es esperable otra cosa. No es el tema de este trabajo y no nos detendremos ni en las expresiones electorales de la izquierda extra frenteamplista ni en el voto en blanco y/o anulado, pero el lector puede ver claramente que NO VAN A INCIDIR en este proceso electoral. Además vemos que la izquierda que concurre a elecciones es apenas la sexta parte del voto “alternativo”. Un fracaso muy claro.
V- El populismo simbólico y lo que se nos viene
En la historia de América Latina el populismo es un fenómeno que expresa conflictos llevados adelante por los sectores populares y que logran ser mantenidos dentro del marco capitalista en virtud de: a) una política redistributiva relativamente amplia; b) una movilización controlada de esos sectores a partir del aparato estatal y en forma vertical. Lo que aquí llamamos "populismo simbólico" es un ESTILO POLÍTICO populista pero sin el contenido distributivo del viejo populismo, sin movilización social.
No hay hoy en Uruguay un proyecto burgués nacional expansivo sino un proyecto burgués exangüe y agotado, al que este populismo simbólico está ayudando a sobrevivir. Una de las características señaladas como “invariables” de la historia uruguaya por Real de Azúa es la de una clase dominante relativamente débil, junto con los rasgos de lo que generalmente se llama “estado tapón”. Es esa condición la que hizo necesaria la hipertrofia del aparato estatal del batllismo. Si esto era así en las coyunturas de relativa debilidad de las estructuras de dependencia (capacidad de maniobra para el país y magro botín para el imperialismo) mayor debilidad relativa tiene hoy nuestra burguesía en las condiciones actuales de reforzamiento de la dependencia y mayor rapacidad imperialista. Ya no hay margen redistributivo posible, la participación de los trabajadores en el producto es del 23%, mucho más bajo que en los países vecinos, en contraste con aquella situación histórica del “estado de bienestar de enclave periférico” que tuvo Uruguay. En cuanto al nivel de movilización y participación popular, como ya lo explicamos, ha sido desmantelado.
La candidatura de este supuesto ex-guerrillero (aún aceptando el exceso de lenguaje de llamar guerrilla a la incipiente lucha armada en el Uruguay de los sesenta, también en términos comparativos con los países vecinos), este candidato “desprolijo” y mal entrazado, representa la apariencia del conflicto social. Es una redistribución de bienes simbólicos en vez de bienes reales, una ilusión de “vuelco a la izquierda”, montaje de un aparente “segundo período más a la izquierda” para el Frente Amplio (comparado con el gobierno claramente continuista de Tabaré-Astori). Es solo aparente, pero cumple su función de control y es una forma novedosa de la “amortización del conflicto social” de que habla Real de Azúa.
No por ello deja de expresar una polarización social frente a su competidor netamente neoliberal y conservador Lacalle. Pero no por los personajes en sí mismos sino por el agravamiento real de la penuria de nuestro pueblo.
Y además por la crisis que se avizora. El gobierno de Tabaré-Astori ha tirado para adelante la pelota de la deuda externa con la colocación de bonos que comprometen al país por 30 años. El nuevo auge agro-exportador ha sido por precios favorables coyunturales y no por crecimiento productivo. El descenso de la edad de faena siguiendo servilmente la demanda del mercado mundial de carne ha mermado peligrosamente la cantidad de vientres con un peligro para la exportación futura. También podemos mencionar las graves consecuencias del modelo forestal, etc. El país se ha hecho más débil y vulnerable en términos de economía material y estratégica por más que Astori señale “fortalezas” en términos financieros muy inmediatistas, que ya sabemos que tan poco aguantan cuando las papas pelan.
A esta polarización social real se suma el ajedrez de la política. La debilidad coyuntural de los sectores burgueses encima de su debilidad estructural no ha permitido la recuperación política de sus expresiones orgánicas más clásicas, los partidos de la derecha tradicional. Tal vez la burguesía esté más expuesta en un gobierno de Lacalle que en uno de Mujica.
Es probable, entonces, que el Frente tenga un segundo período, que lejos de ser un gobierno “tipo Chávez” será un nuevo y mayor deschave. Pero el voto desencantado de la gente, el voto instrumental y meramente táctico, muy parecido a nuestro propio voto crítico en elecciones anteriores, difícilmente venga con el disciplinamiento y el crédito que cimentó la “primavera” de Tabaré Vázquez. Sin embargo, con eso solo no alcanza.
No podemos dejar de mencionar en este cuadro, aunque sea un tema en el que no podemos entrar aquí, a la situación de la llamada "izquierda radical" y su DECADENCIA CONTÍNUA en todo este período. A medida que el Frente Amplio tradicional (alternativa AMBIGUA al régimen burgués) se reconvierte a sí mismo y pasa a ser sin ambigüedad un gestor del capitalismo, el sector político de "intención revolucionaria" tanto dentro y fuera del FA deja prácticamente de existir como alternativa política. Podríamos señalar muchos factores para ello, pero hay uno que tiene que ver directamente con lo expuesto. El levantamiento de una alternativa aparentemente “de izquierda” dentro del FA y además ahora como opción hegemónica, reduce drásticamente el espacio político de esa izquierda de pretensión revolucionaria. Porque además, y este es el gran tema, gran parte de ella no rompió a tiempo sus lazos ideológicos con el populismo, no se preparó en nada para lo que venía.
Lo que se ve en el horizonte es un posible nuevo ciclo de ofensiva reaccionaria fuerte en América Latina. Uruguay está muy mal preparado para eso.
Porque como dice Leo Masliah, “y mientras tanto corrían las estaciones”.